Permitidme que utilice un símil para explicar el pacto con el lector. Imaginaos la siguiente escena: llegáis a una cafetería, en una mesa está sentada una amiga vuestra con su nuevo novio, lleva sombrero y fuma; os acercáis y se levantan los dos para saludaros; ella os da dos besos, él os estrecha la mano (aunque seáis mujeres, no le gusta dar besos a desconocidas) y se presenta:
—Me llamo Tomás Bellot.
Desde el primer contacto visual hasta que oís la voz rotunda de Tomás, os hacéis una idea de cómo es esa persona: os habéis formado una primera impresión. Y aunque pueden ser erróneas en algunos detalles, en otros son inalterables: si nos presentan a un señor con sombrero que fuma, que no da besos a desconocidas y que tiene una voz rotunda, luego no nos pueden decir que es una mujer, que no fuma, que le encanta dar achuchones y que su voz es chillona.
Lo mismo ocurre con la ficción: aunque haya detalles que luego resultan no ser lo que a primera vista parecían, hay elementos principales (la voz del narrador y el género, principalmente) que no se deben alterar.
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- Pacto ficcional y verosimilitud « Roberto Enrique Rincon - [...] para que un lector o un espectador crea en este mundo posible ha de hacer lo que se denomina…
Muy buena esta escena o imagen para explicar el pacto con el lector, si te digo la verdad gracias a cómo lo explicaste se me ha quedado grabado mejor así que a través de cientos de explicaciones de teoría. Ahora, cuando escriba el comienzo de un relato me acordaré siempre de un tío con sombrero, que fuma y de voz rotunda :))
Un saludo.
Carlos.