Inés Arias de Reyna

El caldo de Gallina Blanca o la historia resumen

Posted by on 7 noviembre 2012 | 0 comments

Es habitual en los escritores que comienzan que escriban en unas cuantas páginas el resumen de una historia más larga. Me gusta comparar este tipo de historias-resumen con las pastillas de caldo Gallina Blanca.

Son historias que han sido comprimidas, deshidratadas, para que ocupen menos espacio.

Si una se come una pastilla de caldo, lo más seguro es que la textura y el sabor le desagraden. Sin embargo, si esa pastilla la echas en una olla con nabos, zanahorias, patatas, puerros, una rodaja de calabaza, un poco de pollo, apio, laurel y unas pizcas de pimienta y sal, probablemente su sabor le guste un poco más ;-).

Un buen caldo

Una historia bien contada es aquella que toma los recursos que necesita en su justa medida: mucha sal estropea el guiso; pero poca, también.

En las historias resumidas, apenas podemos presenciar una escena. Y cuando digo presenciar me refiero a poder proyectar un escenario nítido en nuestra mente, donde suceda algo que podamos ir recreando. El resumen impide la visualización porque es una aglomeración de informantes, a los que no le aportamos escenificación. Si todo es un resumen, el lector no puede «ver» con detalles casi nada.

Esto no quiere decir que no podamos usar los resúmenes, sino que hemos de aprender a ajustarlos para que no nos quede ni soso ni salado el guiso :-).

El origen de estas historias resumidas es el intento de acoplar a una extensión breve una historia que necesita mayor extensión. Hay historias de novela e historias de relato breve. Como escritores, hemos de aprender también a distinguir el tamaño que le conviene a la historia que hemos decidido escribir.

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