Otorgarles singularidad tanto al narrador como a los personajes es dotar al relato de esa misma virtud. Un relato que es singular es un relato «original». Detengámonos en esta pareja un momento: singularidad y originalidad. La primera es una amiga, mientras que la segunda suele ser una enemiga del escritor. ¿Por qué digo algo así? Y más aún, ¿cómo es posible que diga esto que se contradice con lo que he escrito más arriba, aquello de que un relato singular es un relato original?
Veamos, partamos de que, cuando las utilizamos como sinónimos, estamos hablando de lo mismo (singular y original tanto en cuanto son distintos, únicos, extraordinarios). Por tanto, en ese sentido, un relato singular es un relato original. El problema viene cuando otorgamos a esta palabra, la de «original», el matiz de novedoso. Aquí es donde se convierte en nuestra enemiga, porque en literatura ya no hay novedades. No las hay, ni las habrá, porque el ser humano tiene pocas pasiones y las que tiene ya están más que explotadas y requeteexplotadas en las letras universales.
Hemos, pues, de descartar ese deseo de ser novedoso, para centrarnos en ser singulares. En mostrar al mundo una visión distinta, por ser solo nuestra: tu punto de vista siempre será diferente del mío.
One Comment
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Me encanta este artículo 🙂 E una maravilla. Se ve muy bien la diferencia entre originalidad y singularidad. Singularidad es mostrar al mundo como lo ves tú siendo tú.
Eres una filosofa y aún no lo sabes ( o sí…) 😉
Un beso. Rosa